Julio Mario Camacho

Le salimos a deber al Dictador

Los narcotraficantes han tomado el control de Colombia a través de la corrupción, el soborno, el adoctrinamiento a generaciones enteras por décadas, a la unión entre políticos, criminales y jueces, y a la violencia intimidatoria. Esto incluye el soborno de funcionarios gubernamentales (de la rama ejecutiva, de la rama judicial y de la rama legislativa), han financiamiento a grupos armados muy peligrosos que intimidan a la población civil y hasta a las mismas autoridades que no han querido sucumbir ante el soborno. Estas actividades ilegales pueden permitir a los narcotraficantes unidos con autoridades miembros de las bandas, controlar el comercio de drogas, el tráfico de armas, apropiarse de tierras, apropiarse de parte de los negocios lícitos, generar extorsión, cobrar “impuestos” ilegales y lucrarse vía otros delitos.

La cooptación de la fuerza pública a través de caminos jurídicos aparentemente legales puede incluir el soborno de funcionarios gubernamentales, el financiamiento de campañas políticas, el uso de influencias políticas y el uso de la ley para favorecer a los intereses de una persona o grupo. Estas actividades pueden ser ilegales, pero pueden ser difíciles de probar.

Cuando la población civil empieza a denunciar este contubernio entre hampa y política, los corruptos que están en el poder, se inventan que los quieren destronar de su posición ganada supuestamente democráticamente.

En este momento se inventan un golpe de estado para victimizarse. Como en realidad, nadie les quiere hacer un verdadero golpe de estado, le dan apodos a estas mentiras como por ejemplo “golpe de estado blando”, “golpe de estado mediático” y para referirse a la legítima oposición democrática, o a la oposición de los medios de opinión, o a la simple oposición de la ciudadanía por el descontento fruto de las burradas que cometen o el desgobierno que se sufre.

Pero es inventar que les quieren hacer un golpe de estado y romper la democracia, que ellos mentirosamente dicen respetar y atesorar, les permite victimizarse y desdibujar la realidad. Con esta victimización, realizan la inversión de la realidad; donde los victimarios se presentan, se venden y se posicionan como víctimas… y los buenos les salimos a deber.

En ese momento de falsa victimización, fruto de una campaña mediática intensa pagada con nuestros impuestos y orquestada con la complicidad de varios influenciadores mercenarios también comprados, se culpa a la legítima oposición de tener intereses ocultos y malvados, que impiden que las promesas incumplibles, se hagan realidad y se le endilga a todo aquel que no les coma entero las mentiras, que son golpistas, enemigos de la democracia, enemigos del cambio y enemigos de la paz.

En ese momento, el gobierno se ve “obligado” a tomar medidas drásticas para salvar la democracia y para poder lograr ese cambio a una utopía que llevan años prometiendo.

Es en ese momento en que en un acto de supuesta valentía, debe cerrar el congreso, y asumir estas funciones con la siempre buena excusa de estar tratando de salvar la democracia y de poder realizar los cambios que peritan a todos tener una vida de ricos sin hacer ni sacrificar nada.

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